¿Cuál crees que es una de las principales barreras que veo en muchos de mis clientes sobre su inglés? La respuesta tal vez te sorprenda.
¿Quizás es la falta de comprensión oral? ¿Un bajo nivel de idioma? ¿Una mala pronunciación?
Pues no, ninguna de las anteriores.
El 99,9% de mis clientes son extraordinarios en lo profesional. Esto significa que son personas con una excelente formación, que han conseguido altas metas profesionales a base de esfuerzo y tesón. Comprometidas con sus trabajos. Responsables al máximo. Muchas de ellas con unos currículos de caerse de espalda.
¿Saben inglés? También. Quizás no sea su skill más sobresaliente, pero casi todos tienen un nivel medio.
Entonces… ¿qué ocurre?
Una de las peores limitaciones que encuentro en muchos profesionales que desean mejorar su inglés es su creencia de que no saben lo suficiente, y por tanto no avanzan, porque se les da mal. Dicen cosas del tipo: “Si es que a mi se me da fatal el inglés” o “Yo es que tengo muy mal oído”.
Además, se juzgan con dureza y suelen tener una “vocecilla” interior que les susurra: “¡Qué horror, qué mal lo has dicho!”. “¡Si es que no entiendes nada!”.
Así entran en un estado de inseguridad que les provoca nervios, vergüenza y malestar cuando tienen que exponerse en inglés. Y que les lleva a un círculo vicioso: lo pasan mal, no se exponen, no practican, no avanzan.
¿Te identificas con esta situación? Si es así, este post te interesa pues voy a compartir contigo lo que puedes hacer para empezar a cuestionar y cambiar esas creencias sobre tu inglés y que por fin te lances a practicar.
“Creo que nunca hablaré bien inglés”. El mundo de las creencias limitantes.
Las creencias son esas ideas y afirmaciones que tienes sobre el mundo, sobre las personas y sobre ti mismo. Las tienes completamente interiorizadas, hasta tal punto, que funcionan en ti de manera casi automática. Es decir, no sueles pararte a cuestionar si están fundamentadas o no. Das por sentado que son ciertas y punto.
La mayoría de nuestras creencias suelen generarse a lo largo de nuestra infancia y muchas son “heredadas” de padres, tutores, profesores. Carecen de análisis crítico, pero de algún modo nos dan una sensación de seguridad y control sobre nuestra vida.
Aunque no te des cuenta, tus creencias ejercen mucho poder sobre ti y condicionan tu comportamiento.
Algunas nos potencian pero muchas otras, especialmente las que tienen que ver con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras capacidades, pueden llegar a hacernos la vida difícil.
En coaching denominamos a estas últimas “creencias limitantes”.
Cuando converso con la gente sobre el aprendizaje del idioma, no puedo evitar fijarme en lo que opinan y afirman sobre su inglés. Y casi sin darme cuenta, he ido coleccionando las principales creencias de los hispanohablantes, especialmente los españoles, sobre este tema. Curiosamente, todas estas frases se repiten una y otra vez:
Tengo mal oído, así que se me da mal hablar inglés.
Mi problema es que soy muy tímida; esto es un hándicap para hablar inglés.
Mi problema es que no entiendo nada.
Lo que pasa es que como no aprendí inglés de pequeño, ahora es más difícil.
Si es que nunca hablaré bien inglés.
Hay personas que tienen facilidad para los idiomas y otras que no, y a mí, el inglés se me da peor que a otros.
Cada uno vale para lo que vale y yo para esto, no valgo.
¿Te suenan familiares? ¿Las has dicho alguna vez? Si es así, es posible que estés pensando: “¡Pero, Ana, es que en mi caso, todo lo anterior es verdad!”.
Esta es precisamente la fuerza de las creencias. No importa si son o no verdad, lo cierto es que es lo que creemos. Como dijo Henry Ford: “Tanto si crees que puedes como si no, en ambos casos tienes razón”.
¿Cómo puedo transformar las creencias que limitan mi inglés?
La transformación de creencias lleva su tiempo. Pero si sigues los cuatro pasos que te muestro a continuación, pondrás en marcha el proceso de cambio.
Paso 1: Detectar.
El primer paso es detectar cuáles son las creencias que te están limitando a la hora de avanzar en el inglés. Para ello, presta atención a ver si las frases que dices:
… cuestionan seriamente tus capacidades y destrezas. Por ejemplo: Tengo mal oído, así que se me da mal el inglés.
… te predisponen automáticamente a la dificultad.Mi problema es que soy muy tímida; esto es un hándicap para hablar inglés.
… contienen generalizaciones excesivas, con palabras como “todo, nada, siempre, nunca”. Si es que nunca hablaré bien inglés.
Paso 2: Cuestionar.
Una vez detectadas las creencias, pásalas por “el filtro de la razón”, cuestionándolas a través de preguntas.
Para que veas cómo hacerlo, voy a desafiar algunas de las creencias de la lista anterior.
“Tengo mal oído así que se me da mal el inglés”.- ¿Qué quieres decir con que tienes mal oído, que no tienes un oído musical, que se te da mal la música, que desafinas? ¿Quiere eso decir que todo aquel al que se le de mal la música, se le tiene que dar mal el inglés?
“Mi problema es que no entiendo nada”.- ¿Realmente no entiendes nada? ¿Podrías matizar esta afirmación?
“Nunca hablaré bien inglés”.- ¿En qué te basas para afirmar esto? ¿Eres adivino? ¿Tienes una bola de cristal con la que ves el futuro?
“El inglés se me da peor que a otros”.- ¿Peor que a quiénes? ¿Cabe la posibilidad de que también se te dé mejor que a otros?
“Es que hay personas que tienen facilidad para los idiomas y otras que no”.- ¿Y con esto qué me quieres decir? ¿No es cierto que esta afirmación puede aplicarse a casi todos los ámbitos de la vida?
Paso 3: Reformular.
Una vez te hayas cuestionado tus creencias a través de las preguntas, seguro que las afirmaciones dejan de ser tan contundentes. Ahora te toca reformular de nuevo la creencia. Para ello, te propongo que la escribas usando el siguiente patrón:
“Aunque creo que + (creencia), la verdad es que + (creencia matizada)”.
Te dejo aquí algunos ejemplos:
“Aunque creo que se me da muy mal el inglés, la verdad es que soy capaz de leer textos y de entender a mis interlocutores si hablan despacio”.
“Aunque creo que no entiendo nada, la verdad es que entiendo más o menos dependiendo de los acentos y de lo rápido que hablen”.
Paso 4: Crear una nueva creencia.
Poco a poco, según vayas haciendo tuyas las nuevas afirmaciones, sigue realizando el ejercicio hasta conseguir creencias que te sean más útiles para potenciar tu inglés. Lo habitual es que el proceso lleve un tiempo, sobre todo si nos enfrentamos a creencias muy arraigadas y resistentes.
Una manera práctica de hacerlo es ir eliminando la parte del “Aunque…” y fortaleciendo la parte de “la verdad…”. Será mucho más eficaz si lo escribes y lo lees en alto. De este modo ayudas a fortalecer el “nuevo circuito” en tu mente.
Y tú, ¿cuáles son tus creencias sobre tu inglés? ¿Te ayudan a progresar o son un freno? Me encantará que las compartas conmigo en los comentarios.
Y si deseas que te ayude a trabajarlas, no dudes en agendar tu sesión estratégica conmigo. Si crees que ya ha llegado el momento de dar el paso definitivo para comunicarte en inglés con confianza y decir adiós a tus miedos y bloqueos, en esta sesión estratégica chequearemos cuál es la creencia principal que te está limitando en tu inglés y darás los primeros pasos para empezar a transformarla.
¡Y una buena noticia! Ahora estoy ofreciendo esta sesión estratégica gratuita. Las plazas son limitadas, así que solicita tu sesión cuanto antes, respondiendo a este sencillo formulario que me ayudará a conocerte mejor para ofrecerte una sesión de máximo valor.
Enlace al formulario: https://bit.ly/mentalidadpro.
¡Te veo pronto en tu sesión estratégica gratuita y te leo en los comentarios!