Se aproxima enero y con el nuevo año te levantas con la mochila repleta de propósitos. Uno de ellos: el inglés.
“De este año no pasa. Me apuntaré a clases, haré el homework, conseguiré soltura, me prepararé para obtener un título”, te dices.
Y empiezas a tope, con ganas. Con motivación.
Pero pasan las semanas y cada día te va costando más. Es que es difícil compaginar estudios y trabajo, es que llego cansado a casa, es que siento que no avanzo, es que mis hijos requieren atención, es que …
Empiezan los “es que”. Y terminas abandonando todos esos buenos propósitos sobre tu inglés.
A mi esto antes me pasaba mucho. Me proponía hacer deporte con regularidad, mantener mi inglés, cuidar mi alimentación. A veces conseguía cumplir con mi palabra pero la verdad es que la mayoría de mis propósitos se iban quedando por el camino.
¿Por qué nos ocurre esto tan a menudo? ¿Cómo funciona la motivación?
En este post te hablaré sobre las fases de la motivación. Conocerlas te ayudará a entender las razones por las que muchas veces no somos constantes con lo que nos proponemos, por ejemplo, avanzar en el inglés. Esto te permitirá estar alerta la próxima vez que te ocurra.
También te lanzaré dos preguntas que a mí me ayudan a mantener vivas las ganas de seguir cuando el deseo inicial de trabajar mi inglés o de hacer ejercicio empiezan a decaer.
El ciclo de la motivación.
¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando nos motivamos? El ciclo de la motivación tiene tres pasos: la activación, la dirección y la perseverancia.
Paso 1. La activación: “¡Quiero conseguir fluidez en inglés!”
El deseo de conseguir tu reto activa tu motivación. Sietes emoción e ilusión. Te sientes lleno de energía, con ganas. En tu cerebro se activan los sistemas límbicos (el “cerebro emocional”) y liberas dopamina, que te provoca sensaciones de placer, de actividad, avivando tu deseo de buscar y conseguir tu objetivo.
Esta fase es clave, pues dispara el proceso de la motivación. Pero no es suficiente.
Paso 2. La dirección: “Voy a clase, hago el homework, leo en inglés, veo vídeos, hablo en inglés”.
Los sistemas límbicos envían un mensaje a las zonas prefrontales de la corteza cerebral, y lo hacen liberando adrenalina. En esa parte del cerebro se encuentran las funciones ejecutivas, las que se encargan de la acción. Calibran el deseo que tienes, estableces objetivos, planificas acciones y las ejecutas.
Pero…si no pasas a la acción, la motivación comienza a esfumarse.
Es lo que nos ocurre cuando abandonamos las clases de inglés, cuando dejamos morir nuestros propósitos de Año Nuevo. Si por las razones que sean no pasamos a la acción, nuestros deseos se quedan en una mera ilusión.
Paso 3. La perseverancia: “¡He visto la serie entera en versión original, no he faltado a clase, leo noticias en inglés casi todos los días! Noto que progreso”.
Sin embargo, cuando pasas a la acción, sigues liberando adrenalina y generas nuevamente satisfacción, que te ayuda a perseverar. Poco a poco, vas logrando lo que te habías propuesto y empiezas a liberar serotonina, la “hormona de la felicidad”, que te produce sensaciones de bienestar y relajación.
¿Qué puedes hacer para completar con éxito el ciclo de la motivación con el inglés?
Como hemos visto, hay un momento decisivo entre la primera y la segunda fase, cuando pasar a la acción es indispensable para que la motivación siga su curso.
Para que pases a la acción de una manera eficaz y sostenida, te ofrezco aquí dos claves: la primera tiene que ver con la definición detallada de lo que deseas conseguir y la segunda con la reflexión de los motivos que te impulsan a lograr tu objetivo.
Define bien el objetivo que deseas conseguir.
El primer paso es una definición concreta de lo que deseas conseguir, de tu objetivo específico con el inglés. No valen cosas genéricas como “quiero aprender inglés”, o “quiero mejorar mi inglés”. Tu objetivo ha de ser mucho más específico. Puedes hacerte las siguientes preguntas que te ayudarán a definirlo con precisión.
¿Cuánto inglés quiero aprender? ¿Qué nivel específico quiero alcanzar?
No es lo mismo querer conseguir un nivel elemental que plantearse un objetivo más ambicioso. Si deseamos un nivel de inglés que nos sirva profesionalmente, lo más probable es que necesitemos un nivel medio o medio-alto.
¿Qué destrezas del aprendizaje deseo potenciar? ¿Quizás la expresión o la comprensión oral? ¿O tal vez la expresión y comprensión escrita?
Estas preguntas nos ayudarán a planificar el tipo de formación y los recursos más convenientes. No es lo mismo la preparación para conseguir un certificado, que aprender el idioma para irte a vivir a otro país, o enfocarte en mejorar tu inglés para hablar por teléfono, leer documentación en tu trabajo, asistir a reuniones de trabajo...
¿Cómo sabré que he conseguido mi objetivo?
Por ejemplo, si tu objetivo es obtener un título, sabrás que los has conseguido cuando hayas aprobado el examen correspondiente. Si lo que quieres es un buen nivel oral para poder mantener conversaciones por temas de trabajo (telefónicas, conference calls, presenciales), sabrás, por ejemplo, que lo has conseguido cuando puedas hablar por teléfono con un cliente, le entiendas y él te entienda, al menos en gran medida.
Si desciendes a este grado de detalle, conseguirás llevar tu objetivo a tu realidad específica y esto te ayudará a notar tus avances cuando se produzcan.
¿Cuándo quiero conseguir mi objetivo?
Una vez más, cuanto más específico seas, mejor. Si alcanzar tu objetivo requiere de un largo periodo de tiempo, te recomiendo que lo dividas en subobjetivos, de forma tal que puedas ir encuadrándolo en marcos temporales más pequeños y manejables.
Una vez definido tu objetivo con detalle, toca reflexionar sobre una de las “preguntas reina” a la que merece la pena dedicarle atención.
Los motivos que te impulsan ¿Para qué quiero conseguir mi reto con el inglés?
Es probable que a esta pregunta respondas lo siguiente... o algo parecido. ¡Por favor, apunta cuál sería tu respuesta!
“Quiero aprobar el First Certificate para hacer un máster”.
“Quiero mejorar mi nivel para irme a trabajar a otro país”.
“Quiero hablar inglés para tener más opciones laborales”.
Estupendo, este es tu objetivo. Pero esta no es mi pregunta.Mi “para qué” con el inglés.
Déjame que comparta algo personal contigo. Mi vida ha girado en torno al inglés. De pequeña, mis padres me llevaron a un colegio bilingüe, algo muy exótico para la época y para mis padres, que no hablaban ni hablaron nunca ni una palabra de inglés. Luego estudié Filología Inglesa, hice un Máster de Traducción. He sido profesora, traductora, intérprete, he vivido en EE.UU.
Aún así, ha habido épocas en mi vida en las que no he necesitado utilizar el inglés. Y cuando esto ocurría, notaba cómo perdía nivel. Y esto me causaba un malestar muy profundo. A veces me he sentido frustrada. ¡Toda la vida con el inglés y cuando no lo utilizo, empiezo a perderlo!
Mi conclusión es que para mantener un idioma hay que estar en contacto con él toda la vida. De una u otra manera, en mayor o menor medida, pero siempre.
Así que, yo, desde hace un tiempo, tengo como objetivo consciente mantenerme en contacto con el inglés. En estos momentos, tengo una profesora de conversación un día a la semana. ¿Para qué? ¿Para mantener mi nivel de inglés?
No. Ese no es mi “para qué”.
Cómo conectar con tu “para qué” más profundo.
Conectar con tu “para qué” más profundo es un ejercicio introspectivo fantástico para fortalecer tu motivación.
Quizás no encuentres tu “para qué” a la primera. Es muy probable que tengas que pensarlo un poco. Pero te recomiendo que lo hagas antes de lanzarte a tus clases, cursos o estudios. Será un tiempo bien empleado.
Volviendo a mi historia, yo quiero mantener mi nivel de inglés para ser ejemplo e inspiración para mis clientes. Quizás haya momentos en que no necesite un inglés muy alto para mi trabajo, pero como profesional considero que es fundamental tenerlo. Conecta con dos de mis valores, la responsabilidad y la perseverancia.
Además, de algún modo siento que perder lo que tanto tiempo y esfuerzo ha costado, tanto a mí como a mis padres, que apostaron por aquel colegio tan raro para la época, supone no honrar ese legado.
También considero que se trata de una destreza que me da una ventaja competitiva, y ello me hace sentir satisfacción y seguridad.
Como ves, el “para qué” tiene mucho que ver con nuestros valores, misión en la vida y creencias.
Tener presente mi “para qué” me ayuda a preparar las presentaciones que me manda mi profesora cuando me entra pereza o siento la tentación de dejar las clases porque me suponen un esfuerzo extra que ahora mismo no me está proporcionando un beneficio tangible.
Pero es que, a veces, lo intangible, lo que no se ve, tiene más importancia que lo evidente.
Y tú, ¿sabes cuál es tu “para qué” con relación al inglés? ¿Te animas a profundizar en él? Si quieres que te ayude a trabajar tu motivación con el inglés, no dudes en agendar tu sesión estratégica conmigo.