Parece que el mindfulness está de moda. Cada vez son más las empresas y organizaciones que fomentan su práctica entre sus empleados.
Y es que cada vez hay más evidencias científicas que nos demuestran que el mindfulness trae consigo una serie de ventajas que trascienden la esfera privada del trabajador (bienestar espiritual, crecimiento personal...) y de las que pueden beneficiarse, y mucho, las organizaciones.
Estas son 4 razones que explican el creciente interés de las empresas por incorporar formaciones y sesiones de mindfulness para sus empleados:
1. El mindfulness mejora la atención.
2. El mindfulness reduce el estrés y la ansiedad.
3. El mindfulness favorece un mejor descanso.
4. El mindfulness contribuye a un mejor entorno laboral.
Inicio hoy una serie de artículos en los que profundizaré en cada una de estas razones. Y lo haré apoyándome en la evidencia científica que nos aporta la neurociencia.
Porque te voy a confesar una cosa: soy meditadora desde hace años e instructora de meditación y mindfulness. Y aunque he comprobado en mi misma y en mis clientes muchos de los efectos de la práctica que te voy a contar, pertenezco, como probablemente sea también tu caso, a una sociedad occidental. Esto significa que he crecido y estudiado en un entorno en el que la evidencia científica me resulta también necesaria a la hora de respaldar los beneficios para el bienestar y la salud de prácticas como la meditación, tradicionalmente asociadas a lo espiritual y a una cultura más lejana a la mía.
Si, como a mi, a ti también te interesa confirmar que los beneficios de la práctica del mindfulness pueden demostrarse con evidencias científicas, te invito a leer esta serie de artículos que estoy segura de que te darán una perspectiva más amplia sobre los efectos de la práctica del mindfulness.
Primera parte: el mindfulness mejora la atención.
Son varios los estudios que demuestran que la práctica del mindfulness mejora la atención. De hecho, el propio nombre de la práctica es “atención plena”. Como lo define su principal precursor, el Dr. Jon Kabat-Zinn, mindfulness es “la conciencia que surge de prestar atención, intencionalmente, en el momento presente y sin juzgar, las experiencias que se despliegan en cada momento”.
Pero, cuando hablamos de atención, ¿a qué nos referimos exactamente? La atención consiste en el control y localización de la mente en el presente. Esto que a simple vista parece fácil no lo es tanto, pues a nuestra mente le gusta divagar, orientarse al pasado, al futuro, y traernos distracciones. La causante de esto es nuestra Red Neuronal por Defecto (RND), la cual está en cualquier sitio... menos en el presente.
La RND es la actividad basal que tiene nuestro cerebro, la que predomina cuando estamos aparentemente “sin hacer nada”. En esta red están involucradas varias zonas del cerebro, como las zonas medial de los lóbulos temporal, parietal y prefrontal.
La RND fue descubierta a mediados de la década de los setenta. Hasta entonces, se creía que, cuando estaba en reposo, el cerebro se encontraba inactivo, “a cero”, sin hacer nada; y que tan solo se activaba cuando se lanzaba a la ejecución de la tarea.
Nada más lejos de la realidad. La neurociencia ha demostrado que la RND implica mucha actividad cerebral. Paradójicamente, en este estado, la actividad neuronal del cerebro es alta, es decir, nuestro cerebro está continuamente divagando, generando imágenes, pensamientos, rumiando, en un continuo diálogo interior, visitando el pasado y proyectando al futuro.
En este “vagabundeo mental”, el cerebro invierte mucha cantidad de energía, casi tanta como cuando atendemos o nos ponemos a una tarea con atención. Además, en este estado pasamos más rato del que nos creemos: aproximadamente el 50% del tiempo.
A lo mejor estás pensando que esos momentos de “distracción” y “vagabundeo” no están tan mal, incluso que son hasta relajantes. Sin embargo, como reveló un estudio de neurociencia publicado en la revista “Science Magazine” en 2010 por los investigadores Mathew A. Killingsworth y Daniel T. Gilbert, una mente que divaga es una mente infeliz. De hecho, en la RND están involucrados muchos neurotransmisores relacionados con estados de alarma, que generan, a nivel corporal, un estado de preocupación o estrés. Acallar la actividad de esta red es por tanto muy recomendable.
Pues bien, se ha comprobado que cuando practicamos mindfulness y centramos nuestra atención en el momento presente, nuestra mente divagante se acalla. Una RND menos activada permite que nuestro cerebro sea más flexible y se prepare mejor para la tarea. También implica un cerebro más callado y más calmado.
A través de técnicas de neuroimagen se ha podido comprobar que la práctica continuada de la meditación reduce la actividad de la RND.
Además, y este es un dato que resulta muy interesante, los cambios no se observan solo en meditadores expertos, sino también en meditadores nóveles después de haber realizado un programa de mindfulness de ocho semanas. Esto es posible gracias a la gran plasticidad que tiene el cerebro. De todos modos, es la práctica continuada la que hará que los cambios sean duraderos.
En definitiva, la práctica del mindfulness reduce nuestra red neuronal por defecto, favoreciendo el desarrollo de las redes de la atención y de la concentración, lo que sin lugar a duda nos hace mas eficaces y productivos. Nuestro cerebro se vuelve más calmado. Atento, pero calmado. Y la calma neuronal se traduce en calma mental.
¿Y tú, has practicado meditación o mindfulness alguna vez? ¿Cómo mejora tu vida? Me encantará leer tus comentarios.
Si nunca has practicado mindfulness y te interesa, mi Taller de Mindfulness te ofrece la posibilidad de conocerlo y experimentarlo.
Y también te dejo un artículo sobre la práctica del mindfulness en empresas innovadoras y en bancos como el BBVA.